LA CRISIS REVOLUCIONARIA EN PERÚ

Y LAS TAREAS DE LOS REVOLUCIONARIOS

Comité redactor, 09 de febrero de 2023

Ya se cumplieron dos meses desde el fallido autogolpe de Pedro Castillo y el inicio de la crisis revolucionaria en el país andino. Las masas, con sus acciones independientes, están desarrollando un verdadero proceso revolucionario que ha dejado en jaque al gobierno ilegítimo de Dina Boluarte, al Congreso fantoche y a las demás instituciones de dominio del Estado burgués. Las masas buscan abrirse paso con los métodos de la revolución proletaria, sin embargo, las direcciones reformistas intentan transformar estas luchas en movilizaciones pacíficas de presión por democracia. En Perú, como en el resto del mundo, se enfrentan dos estrategias: de un lado la de las diferentes variantes del reformismo que, retomando las viejas políticas mencheviques, socialdemócratas y estalinistas plantean el camino de la derrota, con sus políticas de revolución por etapas y de revolución democrática; del lado opuesto, la estrategia del bolchevismo y de la Revolución Permanente del trotskismo que plantea el camino hacia la toma del poder. Entre ambas, un abismo, que no es otro que el que separa la reforma de la revolución.

CRISIS BURGUESA EN LAS ALTURAS

Cuando los charlatanes de la izquierda reformista festejaban como un triunfo de las masas el triunfo electoral de Pedro Castillo, no imaginaron que antes de que transcurriera menos de un año y medio iban a lamentar su caída vergonzosa. El maestro rural indígena, siguiendo la línea del bolivariano Evo Morales, gobernó para la banca internacional, las transnacionales mineras, la oligarquía local y la burguesía nativa, olvidando, desde el momento en que acomodó su trasero en el sillón presidencial, todas sus falsas promesas de campaña con las cuales había ganado la simpatía de un sector de los explotados, fundamentalmente de las regiones más olvidadas del así llamado “Perú profundo”. Así, mientras más se arrodillaba frente al imperialismo norteamericano y la oligarquía local, más le daba la espalda a los explotados, llegando a reprimirlos con el ejército, retomando, de esa manera, las peores tradiciones bonapartistas del fujimorismo.

Ex presidente de Perú, Pedro Castillo

Ex presidente de Perú, Pedro Castillo

El triunfo del candidato a “Bonaparte” andino, apoyado en la segunda vuelta por el estalinismo y los renegados del trotskismo -bajo la bandera “no a Keiko”-, era cómo capitalizaba un partido pequeñoburgués de proyección regional, Perú Libre, la decadencia y la ilegitimidad de unas instituciones de dominio odiadas por las masas y una enorme dispersión de partidos de arribistas burgueses y pequeñoburgueses que se disputan el pastel del control del Estado, ya sea a través de las elecciones, los mecanismos constitucionales destituyentes como la vacancia o no constitucionales como los golpes de Estado.

Cuando Pedro Castillo intentó su autogolpe, buscando pasar de un régimen semibonapartista a uno bonapartista -intentando cerrar el Congreso, intervenir el Poder Judicial, declarar el estado de emergencia nacional, el toque de queda y la intención de gobernar mediante decretos hasta la convocatoria a una Asamblea Constituyente-, su cargo presidencial estaba en peligro por la moción de vacancia que se pondría a discusión y votación esa misma tarde en el Congreso, dominado por las camarillas burguesas opositoras. La izquierda reformista llora por el “golpe parlamentario” que habría sufrido el candidato a Bonaparte. Lo cierto es que fue Pedro Castillo quien se puso por fuera del orden constitucional al llevar adelante su intento bonapartista fallido. Sin el apoyo de los militares, ni de la policía, ni de la Justicia, Pedro Castillo quedó colgado de un pincel. Para poder sostenerse hubiera podido intentar movilizar a las masas, ofreciéndoles a cambio algunas concesiones, haciendo un intento tardío de bonapartismo sui generis. Pero la oleada de gobiernos bolivarianos, como el de Chávez y Evo Morales, ya ha pasado hace años en América Latina, dando lugar en la actualidad a gobiernos más abiertamente proimperialistas con una ligera verborragia de izquierda como los de Arce, Boric y AMLO. En todo caso, Castillo ha demostrado tener mucho más miedo a la movilización popular que, escapando de su control, podía desencadenar una acción de masas independiente, que a las represalias de la oposición burguesa proimperialista. Por eso, hoy comparte la cárcel con Fujimori. Las direcciones reformistas que, como la de la FT/ID, hoy llaman a luchar por su liberación, como si se tratara de la defensa de los derechos democráticos de un preso político en contra de una dictadura, olvidan convenientemente que fue el mismo Pedro Castillo el que con su intento de autogolpe intentó liquidar todos los derechos democráticos de los obreros y campesinos. Si bien la constitución fujimorista del ‘93 es antidemocrática y autoritaria, obviamente que el bonapartismo fallido de Pedro Castillo no representa, de ninguna manera, la defensa de la democracia.

Así de cobarde y miserable fue el experimento de Pedro Castillo en el Palacio Presidencial, por donde pasó sin pena ni gloria. Ni golpe militar ni “golpe parlamentario”, sin el apoyo de ninguna de las instituciones burguesas que lo acompañara en su aventura golpista, incapaz de apoyarse en las masas, Castillo cayó por su propio peso de manera vergonzosa. Y así fue como Dina Boluarte, la primera presidente mujer de Perú, se transformó en la recepcionista de la revolución.

EL INICIO DE LA REVOLUCIÓN

La crisis abierta en las alturas generó una brecha por donde se colaron las acciones independientes de las masas. El gobierno ilegítimo de Dina Boluarte, pactando con la oposición fujimorista y con la casta de oficiales, avalado por el imperialismo y la OEA y apoyado desde el inicio por la burocracia estalinista de la CGTP, pronto recurrió a la represión violenta, apoyándose en la policía y en las fuerzas armadas, en los estados de emergencia y los toques de queda. Son alrededor de 60 los muertos que cuentan los explotados y cientos los presos políticos. Sin embargo, a cada golpe dado por el Estado burgués, las masas han respondido con golpes por izquierda, profundizando sus acciones, atacando comisarías, edificios gubernamentales, instituciones de dominio del régimen, aeropuertos y poniendo en pie organismos de autoorganización, de lucha política de masas y de autodefensa.

Las movilizaciones enfrentan la represión brutal de la policía.

Las movilizaciones enfrentan la represión brutal de la policía.

La burocracia sindical estalinista de la CGTP se ha dedicado a carnerear la lucha, realizando acciones testimoniales y simbólicas, sosteniendo en los hechos al gobierno de Dina Boluarte, al Congreso fantoche y al régimen de conjunto. Así, ha impedido, al parecer y por el momento, la irrupción contundente del proletariado. Sin embargo, ante lo insostenible de su política abiertamente carnera, se ha visto obligada a llamar a un nuevo paro nacional “indefinido” para este 09 de febrero.

Las corrientes de la izquierda reformista que llamaron a votar por Pedro Castillo como la LIT-CI y la UIT-CI, o que, como la FT/ID, dejaron correr el voto al caudillo sindical como algo progresivo “para cerrarle el paso al fujimorismo”, hoy plantean que en esta etapa es necesario luchar por una Asamblea Constituyente. La lucha por el poder de los explotados vendría después. Los trotskistas no negamos la importancia de las demandas democráticas como motor de la lucha revolucionaria. Pero afirmamos que la utilización oportunista de las mismas sólo puede llevar al aborto de la revolución. La política de revolución por etapas que expresan estas corrientes –“primero luchamos por la democracia, después por el poder de los trabajadores”-, expresa su ruptura con el marxismo revolucionario. Además, su política pacifista irresponsable los lleva a plantear que dicha Asamblea Constituyente se puede conseguir de manera pacífica, con paros de presión, sin milicias obreras y campesinas y sin insurrección, lo que prepara una derrota sangrienta de la heroica lucha de los explotados.

UN PROGRAMA DE ACCIÓN

PARA EL PROLETARIADO PERUANO

Como afirmamos más arriba, la burocracia estalinista de la CGTP está llamando a un “paro nacional indefinido” para este 09 de febrero, planteando la renuncia de Dina Boluarte y el llamado a elecciones adelantadas. Hay que tomar en nuestras manos dicho paro nacional denunciando la trampa de las “elecciones adelantadas” y luchando por transformarlo en huelga general revolucionaria y en insurrección. ¡Huelga general revolucionaria para que se vayan todos! Para ello es necesario organizar en cada fábrica, mina, empresa y establecimiento comités de acción de la CGTP que agrupe a representantes de trabajadores sindicalizados o no, contratados, tercerizados, con contratos CAS e informales, con delegados votados en asambleas de base que sean rotativos y revocables, para garantizar las medidas de lucha y que la burocracia estalinista no pueda levantar la huelga sin que lo vote una asamblea general. ¡Por comités de acción de la CGTP! Estos organismos deben promover a la dirección a los compañeros más combativos y honestos destituyendo y reemplazando a los burócratas oportunistas y rutinarios y deben llamar a organizarse a los trabajadores desocupados. ¡Por una dirección revolucionaria de la CGTP! Dichos organismos de base deben desarrollarse y coordinarse por distritos, provincias, departamentos y a nivel nacional buscando la unidad con las organizaciones del movimiento estudiantil y las organizaciones de trabajadores, campesinas y populares, como las zonas, los comités de lucha, los frentes de defensa, las coordinadoras y demás organismos de autoorganización y de lucha política de las masas. Estas organizaciones deben contar con sus propios destacamentos de defensa debidamente armados para defendernos de la represión estatal y de las bandas de paramilitares. ¡Por milicias obreras y campesinas! Sólo así será posible ganarse en las calles a la base del ejército, conquistando las condiciones para el derrocamiento del gobierno ilegítimo de Dina Boluarte y para la toma del poder.

Sólo así podrá la clase obrera peruana conquistar la alianza obrera, campesina y popular, defendiendo un programa que dé una respuesta independiente a los problemas del conjunto de los explotados y de la nación oprimida. Para disputarle la dirección de los campesinos pobres al “Bonaparte” fallido de Pedro Castillo y demás caudillos burgueses que aspiren a manipularlos, los obreros deben decirles: “…lucho por el poder, este es mi programa, estamos dispuestos a hacer modificaciones a dicho programa, no emplearemos la fuerza más que contra los capitalistas y los explotadores, pero con ustedes, trabajadores, queremos hacer una alianza sobre la base de un programa dado.”

A las organizaciones de vanguardia del proletariado les proponemos el siguiente programa y curso de acción: ¡escala móvil de salarios y de horas de trabajo! ¡Abajo la precarización laboral! ¡Todos a planta y bajo convenio! ¡Control obrero de la producción!

A los campesinos pobres: ¡confiscación de los terratenientes! ¡Nacionalización del suelo y de todas las riquezas del subsuelo! ¡Reparto agrario entre los campesinos pobres! ¡Condonación de sus deudas y crédito barato! ¡Defensa de la autonomía indígena!

A los estudiantes: ¡aumento del presupuesto educativo! ¡Expropiación de la educación privada! ¡Becas para los hijos de los obreros y campesinos!

Para romper con el imperialismo: ¡abajo el TLC! ¡No al pago de la deuda pública! ¡Nacionalización de la banca! ¡Expropiación sin pago y bajo control obrero de las transnacionales y de la CONFIEP! ¡Fuera las bases militares yanquis de Perú y de América Latina! ¡Abajo los regímenes bolivarianos y del TLC! ¡Abajo el Grupo de Puebla! ¡Abajo la restauración capitalista en Cuba! ¡Por una Federación de Repúblicas Obreras y Campesinas de América Latina! ¡Por la expropiación de los parásitos de Wall Street!

¡Transformemos en paro del 09 de febrero en el inicio de la huelga general revolucionaria! ¡Por comités de acción de la CGTP para garantizarlo! ¡Abajo los burócratas estalinistas de la CGTP! Por un Congreso Nacional de las Organizaciones Obreras, Populares, Campesinas y Estudiantiles para luchar por: ¡abajo Dina Boluarte! ¡Disolución del Congreso fantoche! ¡Abajo el estado de emergencia y los toques de queda! ¡Libertad a los presos políticos! ¡Disolución de la oficialidad fujimorista! ¡Comités de soldados rasos! ¡Abajo el régimen fujimorista y la Constitución del ‘93! ¡No a la trampa de elecciones adelantadas! ¡Por una Asamblea Nacional Constituyente Revolucionaria que rompa con el imperialismo y entregue la tierra a los campesinos pobres! Sólo un Gobierno Obrero y Campesino apoyado en los organismos de autoorganización de las masas podrá garantizar una verdadera Asamblea Constituyente. ¡Por un gobierno obrero y campesino!

¡Por un apartido revolucionario del proletariado peruano! ¡Por la refundación de la IV Internacional!

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