Ni farsa de la 4T, ni oposición conservadora:

POR UNA DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA

PARA EL PROLETARIADO MEXICANO Y MUNDIAL

NTI-CI, 06 de febrero de 2021

A inicios de 2020 estalló a nivel internacional una crisis histórica del capitalismo, la cual combina una crisis económica a nivel mundial con una crisis sanitaria, generada por la pandemia y el desmantelamiento de los sistemas sanitarios. En México, esto significó una caída de su economía del 8.5%, la mayor desde la crisis del ‘30. El gobierno antiobrero de la 4T descargó la crisis sobre los explotados con despidos, suspensiones, rebajas salariales y pérdidas de conquistas. Durante el 2020 se perdieron un total de 647,000 empleos formales, que deben sumarse a los miles de puestos de trabajo perdidos en el Estado, producto de la “austeridad republicana” y la supuesta “lucha contra la corrupción”, con la cual se legitimó los despidos. Ya entre los meses de diciembre de 2018 y junio de 2019 el gobierno había despedido a 444,503 * trabajadores de diferentes entidades del Estado y el 2021 empezó con más recortes, lo que debe traducirse en un ataque superior sobre los trabajadores, como el reciente despido de trabajadores del IEMS. De los más de 12,000,000 de empleos formales e informales perdidos durante los primeros nueve meses de 2020, sólo se habían recuperado hacia septiembre del mismo año 6,500,000, esto último en condiciones de mayor precariedad y en la informalidad.

A la vez, México ha llegado al triste tercer lugar a nivel mundial en cantidad de muertos por Covid-19, con un total de 163,000 según datos oficiales, aunque la cifra real debe ser sensiblemente mayor, dado que la sobremortalidad fue de 228.954 al 07 de noviembre de 2020. Esto demuestra que la crisis sanitaria, gestionada por la burguesía y la estafa de la 4T, ha sido pagada por los explotados con muchas más muertes que las inevitables. Además, la burguesía se apoyó en la pandemia para descargar la crisis sobre los explotados, despidiendo, suspendiendo y arrancando conquistas a los trabajadores. Mientras, las industrias siguieron funcionando sin siquiera tomar las medidas sanitarias necesarias lo que se tradujo en miles de muertos en la maquila, las automotrices, mineras y PEMEX, entre muchas otras. Los trabajadores de la salud debieron también pagar con sus vidas el desmantelamiento de los sistemas sanitarios de décadas de gobiernos antiobreros a los que nada debe envidiar el actual gobierno de AMLO. Fueron 2,470 las muertes de los trabajadores de la salud durante el 2020, ubicando a México entre los países con mayor número de muertes del personal de salud por falta de insumos y materiales de protección.

Y mientras los explotados pagan la crisis, se impulsan “zonas económicas especiales” y megaproyectos para las transnacionales y los empresarios amigos de la 4T se siguen enriqueciendo con licitaciones y contratos multimillonarios como los concertados con los Slim, Hank, Aramburuzabala, Larrea, Bailleres, Salinas Pliego, Pérez Fayad, Álvarez Bermejillo, Muñozcano Castro, Franco Masías, Ovalle Favela, etc. Esta es la farsa de la 4T saludada como un triunfo de los trabajadores por todo un sector de las corrientes de la izquierda reformista: despidos, suspensiones, rebajas salariales y muerte para los explotados; zonas económicas especiales, megaproyectos, exenciones de impuestos y negocios multimillonarios para las transnacionales imperialistas y los empresarios amigos de la 4T.

Dos fracciones burguesas enfrentadas por el control del aparato del Estado

Las elecciones del 2018 dieron como ganador indiscutido al MORENA de AMLO. Los partidos del Pacto por México -PRI, PAN y PRD-, que habían presentado candidaturas propias, sufrieron una dura derrota electoral. Sin embargo, el voto masivo a MORENA había significado un gran triunfo del régimen, ya que a través de esa oleada pacifista los combates de las masas contra el gobierno del Peña Nieto habían sido desviados hacia las elecciones y el apoyo a AMLO. El “¡que se vayan todos!” que coreaban las masas en sus movilizaciones de 2014/2015 fue ahogado por una montaña de papeletas electorales.

Recientemente, sectores de la patronal y grandes empresarios lanzaron un “nuevo” proyecto político de oposición al gobierno de AMLO y la 4T. Al “Sí por México” -dirigido por el empresario Claudio X González, el presidente de COPARMEX Gustavo de Hoyos y la periodista Beatriz Pages-, se han adherido los viejos partidos en crisis del Pacto por México, PRI, PAN, PRD, junto al Movimiento Ciudadano (MC). Este reagrupamiento burgués de oposición cuenta, a través de sus lazos históricos con el PRI, con el apoyo directo del charrismo sindical, es decir, la CTM. En las próximas elecciones estará representado electoralmente por el remedo del Pacto por México del PRI, PAN y PRD reciclado como “Va por México”.

Por otro lado, se encuentra actualmente en la administración del Estado la coalición del MORENA/PT/PES a la cual ya se ha sumado para las siguientes elecciones el Partido Verde. El gobierno de AMLO y su farsa de la 4T representa los intereses de los empresarios “amigos” como Slim, Hank y Salinas Pliego, entre otros, y cuenta con el apoyo del Proyecto Empresarios por la 4T, encabezada por el empresario regiomontano Javier Garza Calderón y que cuenta con el apoyo de más de 15,000 empresarios de pequeñas y medianas empresas. Esta fracción burguesa cuenta, a través de su colaboración con la 4T, con el apoyo de los sindicatos “democráticos” como la UNT, la NCT, la Mesa de Diálogo Sindical, Frente Amplio Social Unitario, el Encuentro Nacional de Dirigentes de Organizaciones Sindicales, Campesinas y de la Sociedad Civil, el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, el SNITIS 20/32 y, en el extremo izquierdo, un sector de renegados del trotskismo como los grantistas de Izquierda Socialista e Izquierda Revolucionaria. Aunque las diferentes alas del estalinismo se han ubicado de palabra en la oposición al gobierno, en los hechos lo sostienen desde los sindicatos -ya sea como parte de las burocracias sindicales o como sostén de éstas-, o desde la dirección de las organizaciones campesinas.

Ambas fracciones de la burguesía, tanto la del “Va por México” como la del MORENA, son fervientes sirvientes del imperialismo y ambas son incapaces de llevar adelante una verdadera política de independencia frente a Wall Street.

En el extremo izquierdo, como alas de presión sobre el régimen y el gobierno de la 4T, se ubican el EZLN -que se opone a los megaproyectos pero se niega a luchar por derribar a este sistema, intentando presentar una candidatura independiente indígena en las recientes elecciones de 2018-, los grupos anarquistas -que realizan acciones de combate por fuera de toda perspectiva revolucionaria, como forma de presión in extremis- y el FIA -un frente electoral que agrupa a cuatro organizaciones que se reivindican trotskistas, el MTS, la LUS, el MAS y el GSO, y que defienden un programa de vía pacífica hacia la “transformación obrera y socialista de México”-.

La 4T, un régimen semi bonapartista apoyado en una brutal estatización de las organizaciones obreras

Todas las alas de la burocracia sindical, desde los charros de la CTM hasta las centrales “democráticas” como la UNT, NCT, SNITIS MOM 20/32, etc. son respetuosas de la Ley Federal del Trabajo, esa legislación antidemocrática y antiobrera con la cual el régimen reglamenta hasta en sus más mínimos detalles el funcionamiento interno de las organizaciones sindicales. Todas las fracciones de la burocracia se someten voluntariamente a las Juntas de Conciliación y Arbitraje, a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y demás instituciones bonapartistas del régimen. La Ley Federal del Trabajo establece por qué motivos los trabajadores tienen permitido hacer una huelga y por cuáles no, cuáles luchas son legales y cuáles no, quedando en la ilegalidad cualquier medida de lucha que ataque la propiedad de los capitalistas como las huelgas con ocupación de las instalaciones o las luchas con fines políticos que sobrepasen las demandas puramente sindicales y económicas. Las burocracias de todos los colores se benefician de esta legislación antidemocrática, puesto que les permite seguir atornillados a sus cómodos sillones, sin llamar a luchar para enfrentar el ataque de las patronales y del gobierno, llevando todos los conflictos, divididos sector por sector, a los pies de las instituciones del régimen, sus Juntas de Conciliación y Arbitraje a la espera de laudos favorables, procesos que pueden llegar a tardar años y donde sólo de manera estrictamente excepcional los trabajadores logran sus demandas.

El rol de esquiroles de los burócratas charros no es un secreto para nadie. Sin embargo, el sindicalismo “combativo” no tiene mucho para envidiar al charrismo sindical. Un claro ejemplo son los acuerdos firmados recientemente en Aeroméxico por las burocracias sindicales de ASPA y ASSA, integrantes de la UNT, que, ante la amenaza de quiebra de la empresa entregaron en mesas de negociaciones decenas de puestos de trabajo, suspensiones sin goce de sueldo y rebajas salariales por los próximos cuatro años, para financiar con sacrificios de los trabajadores la crisis de los capitalistas. Recientemente se realizó un nuevo encuentro anual de la burocracia de la UNT, a la que asistieron el Encuentro Nacional de Dirigentes, el Frente de Sindicatos Democráticos y la Mesa de Diálogo Sindical. Todos los asistentes a dicho encuentro saludaron como un ejemplo de negociaciones “responsables” la reciente traición y entrega de conquistas de las burocracias sindicales de la ASPA y la ASSA. Para estas burocracias de los sindicatos “democráticos” el programa está claro: ¡que la crisis la paguen los trabajadores! ¡Escala móvil de despidos, suspensiones y rebajas salariales! Ellos insisten en exigir la conformación de un “Consejo Económico y Social” donde sentarse a discutir con el gobierno y los empresarios un plan de salida a la crisis económica y sanitaria. Por supuesto, nada bueno podemos esperar de tales direcciones, subordinadas a la 4T, sus instituciones y su política de colaboración de clases. En última instancia, estas direcciones llevan décadas en sus cómodos sillones, administrando las jugosas cuotas sindicales arrancadas a los salarios de los trabajadores, desarrollando intereses propios y contrapuestos a los intereses de la base trabajadora. Una lucha real que desataran las manos de los trabajadores pondría en cuestión también sus propios intereses de burocracias conservadoras y sus puestos sindicales. En última instancia, ellos saben que los gobiernos pasan, pero sus cargos burocráticos, si saben acomodarse a los intereses del gobierno de turno, se perpetúan.

A la vez, estas burocracias sindicales que se pintan de democráticas y combativas juegan un rol de contención de sectores de la base obrera que rompen con las burocracias charras. Por ejemplo, vimos al sindicato minero de Urrutia montarse sobre la lucha de los mineros de Cosalá -quienes pugnaban por quitarse de encima a sus dirigentes charros-, para ponerla a los pies de AMLO y la 4T. También vimos a la dirección del 20/32 de Matamoros impedir la caída de los charros y luego impulsar un nuevo dique de contención por izquierda, el SNITIS 20/32, que surgió totalmente estatizado, para luego ser puesto a los pies de MORENA a través de las candidaturas MORENA 20/32. Recientemente, vimos a los trabajadores del SutNotimex reorganizar su sindicato, descabezado por la funcionaria de la 4T Sanjuana Martínez, para, influenciados por la burocracia de la UNT, adoptar la teoría del “entorno”, según la cual el gobierno de AMLO es un aliado y Sanjuana y demás funcionarios de la 4T estarían desobedeciendo sus indicaciones, adoptando una estrategia de presión sobre las instituciones del régimen. Sin embargo, las organizaciones que se dicen socialistas y anticapitalistas no presentan una verdadera alternativa revolucionaria. Por ejemplo, el MTS, integrante del FIA, junto al estalinista PCdeM y a abogados zapatistas, viene de organizar a toda el ala izquierda de los profesores de asignatura de la UACM bajo la estrategia reformista de impulsar una demanda laboral para conseguir la basificación. Esta estrategia reformista debía ser acompañada de medidas tácticas de presión para conseguir un fallo favorable. El resultado de esa política es la negativa de la UACM a recontratar a todos los profesores que han demandado, quedado de hecho despedidos.

Cuanto más someten las direcciones reformistas las luchas al gobierno de AMLO y a las instituciones del régimen, más levantan cabeza los grupos fascistas ligados al crimen organizado, al narco y los grupos paramilitares. Y también más se bonapartiza el régimen con la militarización del país y su ocupación por la Guardia Nacional. Miles de muertos y desaparecidos, miles de feminicidios llevamos en lo que va de gobierno de AMLO y su farsa de 4T. Recientemente vimos los asesinatos de migrantes guatemaltecos en Tamaulipas, el encarcelamiento de la activista Kenia Hernández, la represión feroz sobre las feministas en Cancún, la persecución de Susana Prieto Terrazas, entre otras. Los cientos de presos políticos se siguen pudriendo en las mazmorras del régimen mientras esperan “la revisión”, caso por caso. El bonapartismo de la 4T se expresó también, bajo la disciplina de Washington, como represión y persecución a las caravanas migrantes que intentan atravesar el territorio mexicano para llegar a EE. UU.

Y mientras el régimen se bonapartiza, mientras se detiene con falsos cargos a la activista Kenia Hernández y los presos políticos se pudren en las cárceles de la 4T, se exonera sin investigación a Cienfuegos, militar ligado al narco, al asesinato de normalistas y a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, o se salva a los ex presidentes, quienes saquearon México, con la promesa de una futura consulta popular para decidir si deben ser juzgados o no los asesinos y saqueadores del país.

Apuntes sobre la situación internacional y la crisis de dirección revolucionaria

La orientación de las masas está determinada, en primer lugar, por las condiciones de decadencia del sistema capitalista, por la crisis del imperialismo que se expresa actualmente como crisis económica y sanitaria y, en segundo lugar, por la política de traición de las direcciones que las masas tienen al frente de sus organizaciones de lucha. Las condiciones de la crisis empujan a la burguesía a descargar la crisis sobre los explotados con despidos, suspensiones, rebajas salariales, fascismo, guerra, etc. De la misma manera, las mismas condiciones generan la ofensiva de los países imperialistas sobre el mundo colonial y semicolonial y los choques entre las potencias entre ellas. En esta carrera de velocidad para ver quien carga con los costos de la crisis, las masas responden con acciones independientes que ponen en cuestión al régimen capitalista, como lo vimos en el último período en El Líbano, Túnez, Haití, Ecuador, Chile, Siria, Ucrania, EE. UU., Sudán, Argelia, Francia, entre muchos otros. No faltaron situaciones revolucionarias a nivel internacional, pero lo que sí faltó fue una dirección revolucionaria que estuviera a la altura del combate y sobraron direcciones reformistas que abortaron los procesos de lucha.

En América Latina esta contradicción entre las condiciones objetivas para el triunfo de la revolución y la crisis de dirección se expresó en la imposición de la farsa de la “Revolución” Bolivariana, un verdadero aborto de la revolución proletaria, mediante desvíos electorales, pactos contrarrevolucionarios, referéndums bonapartistas y represión al ala izquierda del proletariado. El aborto de la revolución le abrió el camino a la contraofensiva del imperialismo, con golpes contrarrevolucionarios, instalación de bases militares, ocupaciones, grupos fascistas y paramilitares, tratados de rapiña como el T-MEC, etc. Más se desvió la revolución, más se la subordinó a la burguesía país por país, más se les impuso a las masas políticas de presión sobre los gobiernos y regímenes burgueses; y más el imperialismo pudo avanzar en imponer sus condiciones y en descargar la crisis sobre los explotados y los pueblos oprimidos del mundo.

Estas condiciones se expresaron al interior de EE. UU. como subordinación de las masas a Obama primero y a Sanders/Biden después. Las masas afroamericanas, con sus acciones revolucionarias de mediados de 2020, se pusieron a la vanguardia de la clase obrera mundial en la lucha por la liberación de los pueblos oprimidos del mundo. Las direcciones reformistas abortaron esos combates, subordinándolos al Partido Demócrata, vía Sanders y los socialimperialistas Demócratas Socialistas de América. Este retroceso coyuntural del combate, vía una oleada pacifista, es decir, vía elecciones, envalentonó a los grupos fascistas y supremacistas blancos que el seis de enero del presente año asaltaron el Capitolio de EE. UU. en una verdadera acción de presión in extremis sobre el régimen para imponer nuevas elecciones. Esta acción, si bien no puso en verdadero peligro al régimen semibonapartista de los republicratas, debe ser tomada muy en serio por las organizaciones obreras de EE. UU. y el mundo, puesto que expresan a una de las tendencias históricas del capitalismo norteamericano, el fascismo. Le va la vida a las masas proletarias de EE. UU. romper con su subordinación al régimen de los republicratas y estrechar sus lazos con el proletariado mexicano, latinoamericano y mundial. De la misma manera, los obreros de México y de América Latina sólo podrán luchar eficazmente en una relación estrecha con los obreros al norte del Río Bravo. Sólo luchando por la unidad del proletariado internacional podremos conquistar la organización que necesitamos para triunfar.

Sin una revolución proletaria en el próximo período histórico, la civilización humana se verá amenazada por una verdadera catástrofe. En medio de la decadencia y la barbarie, la crisis de dirección no hace más que agudizarse. Sólo luchando por construir una dirección a nivel internacional podrán las fuerzas de los revolucionarios ponerse a la altura de las tareas históricas que tenemos por delante. Desde el NTI-CI llamamos a todos los compañeros con los que estamos luchando en común a construir juntos la dirección revolucionaria que necesitamos, la cual para nosotros no puede ser otra que la IV Internacional.

Nota

* Fe de erratas. Este dato es incorrecto; hay diversas fuentes que enuncian despidos en diferentes dependencias del gobierno. El gobierno de la 4T anunció la reducción de hasta 223,000 empleados del sector público durante su sexenio. Para mayo de 2019 se estimaba los despidos en más de 22,000.

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